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COMENTARIOS DEL DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

COMENTARIO INICIAL

Queridos hermanos y hermanas, sean bienvenidos a esta celebración dominical, encuentro que nos convoca como comunidad de fe para alabar a Dios y renovar nuestra vida en su amor. En medio del ritmo agitado de la semana, venimos a descansar en el Señor, a dejarnos alimentar por su presencia, y a recordar que sólo Él puede dar sentido pleno a lo que somos y vivimos. En esta Eucaristía, disponemos nuestro corazón con gratitud, abiertos a la acción del Espíritu que transforma, consuela y fortalece. Con alegría y recogimiento, iniciemos esta celebración, poniendo en manos del Señor todo lo que somos y todo lo que traemos.

COMENTARIO A LAS LECTURAS

Hoy la Palabra de Dios nos invita a revisar qué valoramos realmente en la vida. En la primera lectura, el libro del Eclesiastés manifiesta que todo esfuerzo humano, cuando está centrado sólo en lo material, es vanidad; la vida se escapa y, muchas veces, el fruto del trabajo no permanece. En la carta a los Colosenses, se nos anima a buscar lo de “allá arriba”, es decir, a vivir desde Cristo resucitado, dejando atrás todo lo que esclaviza el corazón. Y Jesús, en el Evangelio, nos advierte que la codicia cierra el alma y puede dejarnos vacíos ante Dios. Abramos hoy el corazón para acoger esta palabra que nos confronta y transforma.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Presidente: Hermanos, con confianza de hijos, elevemos nuestras súplicas a Dios Padre, que siempre escucha el clamor de su pueblo.

R// Escúchanos, Señor.

  • Por el Papa León XIV, para que el Espíritu Santo lo fortalezca en su misión de guiar a la Iglesia con sabiduría, valentía y ternura pastoral. Roguemos al Señor.
  • Por los frutos del Jubileo de los jóvenes, para que esta experiencia los impulse a vivir con esperanza firme, alegría misionera y apertura al llamado de Dios. Roguemos al Señor.
  • Por todos los pueblos del mundo, especialmente los que viven bajo el peso del dolor, la guerra o la pobreza, para que encuentren caminos de justicia, paz y reconciliación. Roguemos al Señor.
  • Por nuestra comunidad parroquial, para que crezca en fraternidad, testimonio de fe y servicio generoso a los más necesitados. Roguemos al Señor.

Presidente: Padre bueno, tú conoces lo que hay en nuestro corazón, recibe estas súplicas que hoy te presentamos y haznos signos vivos de tu esperanza. Por Cristo nuestro Señor. R/. Amén.






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