COMENTARIO INICIAL
Hermanos y hermanas, en este domingo trigésimo segundo del tiempo ordinario, el Señor nos convoca entorno al altar, para vivir con esperanza y a mantener el corazón preparado para el encuentro con Él. Hoy recordamos también la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, un signo de la comunión de toda la Iglesia. Dejemos que esta celebración fortalezca nuestra fe y el deseo de ser presencia viva del amor de Dios en medio del mundo.
COMENTARIO A LAS LECTURAS
La liturgia de la Palabra de hoy nos recuerda que Dios mismo quiere habitar en medio de su pueblo, para darle vida y convertirlo en fuente de bendición. En la primera lectura, el profeta Ezequiel contempla un torrente que brota del templo y transforma todo a su paso, símbolo del amor de Dios que renueva lo que toca. San Pablo, en la segunda lectura, nos recuerda que cada uno de nosotros es templo santo, morada del Espíritu que da unidad y fuerza a la comunidad. Y en el Evangelio, Jesús revela que su propio cuerpo es el verdadero templo donde Dios se encuentra con la humanidad. Escuchemos con amor y atención esta palabra que edifica y purifica nuestro corazón.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Presidente: Hermanos y hermanas, unidos como templo vivo del Señor, elevemos con confianza nuestras oraciones, pidiendo que el amor de Dios renueve nuestras vidas y fortalezca su Iglesia.
R// Escúchanos, Señor.
- Por el Papa León XIV, por los obispos, sacerdotes y todos los pastores de la Iglesia: para que guiados por el Espíritu Santo sean testimonio de misericordia y esperanza en medio del mundo. Roguemos al Señor.
- Por los gobernantes de nuestra nación y del mundo: para que ejerzan su autoridad con justicia, buscando siempre el bien común y la dignidad de cada persona. Roguemos al Señor.
- Oremos para que las personas que están combatiendo con pensamientos suicidas encuentren en su comunidad el apoyo, el cuidado y el amor que necesitan, y se abran a la belleza de la vida. Roguemos al Señor.
- Por nuestra comunidad parroquial reunida en esta Eucaristía: para que el Señor la mantenga en la fe, la esperanza y el amor, y cada uno viva su vocación de ser morada del Espíritu Santo. Roguemos al señor.
Presidente: Padre de bondad, escucha nuestras súplicas y haz de nosotros un templo donde habite tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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